domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 4

Hola Tributos y Divergentes. Aquí os traigo el Capítulo 4.
Espero que os guste mucho ^^


Capítulo 4 - Tris


¿Lo que tenga que hacer? ¿Que ha querido decir con eso?


No me da tiempo a preguntárselo porque el guardia se acerca a mi y cogiéndome del brazo me dice:


-Es tu turno.-lanzándole una mirada asesina a Caleb, asiento levemente con la cabeza y voy hacia la habitación numero 6; La habitación en la que haré la Prueba de Aptitud.


Entro. Lo primero en lo que me fijo es que la habitación esta repleta de espejos. Se me hace raro ya que en Abnegación no se nos permite tener mas que uno. Después observo la silla inclinada como la de un dentista. Lo único en lo que se diferencian es que en esta suelen pasar cosas terribles. O al menos eso parece. A su lado, un aparato extraño con montones de cables de todos los colores, hace que me estremezca.


Mi vista se desplaza hasta dar con una mujer de cabello lacio y ojos oscuros y angulosos.


-No te preocupes — dice la mujer— , no hace daño.


Su pelo es negro, pero en la luz veo que está vetado de gris.


— Toma asiento y ponte cómoda — dice— . Mi nombre es Tori.


Me siento en la silla y me reclino, poniendo la cabeza en el reposa cabezas. Las potentes luces me dilatan las pupilas. Tori se entretiene con la máquina a mi derecha. Trato de concentrarme en ella y no en los cables en sus manos. Se vuelve hacia la maquina y distingo un tatuaje en la parte posterior del cuello: un halcón blanco y negro.


— ¿Por qué el halcón? — dejo escapar mientras ella me pone un electrodo en la frente.


— Nunca conocí a un Abnegación curioso antes. No creo que tu futura facción sea Abnegación, pero puede pasar de todo.— dice, arqueando las cejas hacia mí.


Me estremezco, y la piel de gallina aparece en mis brazos. Mi curiosidad es un error, una traición a los valores de Abnegación.


Tarareando un poco, ella presiona otro electrodo a mi frente y me explica: — En algunas partes del mundo antiguo, el halcón simboliza el sol. Cuando me lo hice, pensaba que si yo siempre tenía el sol en mí, no me daría miedo la oscuridad.


Trato de evitarme hacer otra pregunta, pero no puedo evitarlo. — ¿Tiene miedo de la oscuridad?


— Tenía miedo de la oscuridad — me corrige. Presiona un electrodo al lado de su propia frente, y adjunta un cable al mismo. Se encoge de hombros— . Ahora me recuerda el miedo que he superado.


Se vuelve hacia mi y se acerca con un liquido en la mano.


-Bebe.-Dice, con voz autoritaria.


-¿Por qué?


-Bebe


-¿Que me va a pasar?


-Bebe.


-¿Que es?


-No te lo puedo decir. Solamente confía en mi.


Lanzándole una mirada asustadiza, bebo el extraño liquido. Cierro los ojos.


***


Abro los ojos.


Estoy en la cafetería del colegio. Sólo que no hay nadie.


Delante de mi, hay dos cestas. En la primera hay un cuchillo del tamaño de mi antebrazo. En la segunda, un queso.


Una voz femenina me dice:


-Elige.


— ¿Por qué? — pregunto.


— Elige — repite ella.


Miro por encima de mi hombro, pero no hay nadie. Me dirijo de nuevo a las cestas. — ¿Qué voy a hacer con ellos?


— ¡Elige! — Grita.


Cuando me grita, mi miedo desaparece y la obstinación la sustituye. Frunzo el ceño y cruzo los brazos.


— Como quieras — dice ella.


Las cestas desaparecen y ante mis ojos aparece un perro con la nariz puntiaguda, mostrándome sus largos y afilados dientes. Oigo sus tripas gruñir. Parece que tiene hambre.


Me estremezco.


El queso me hubiese venido bien.


O el cuchillo.


Pero es demasiado tarde.


El perro se acerca lentamente hacia mi.


Sus gruñidos se oyen a larga distancia.


¿Que hago?


Estoy demasiado histérica como para pensar.


Si intento correr, el perro me alcanzará.


Pero si me quedo quieta se abalanzara sobre mi.


Opto por lo segundo. Me quedo todo lo quieta que puedo y miro a un punto fijo, ya que mirar al perro a los ojos es signo de desafío.


A través del rabillo del ojo veo como el perro se abalanza sobre mi y cierro los ojos.


Noto algo húmedo y áspero en la mejilla. Abro lentamente los ojos y descubro que la fiera que ha intento clavarme sus colmillos hace unos segundos, ahora es un perrito indefenso que solo quiere cariño. Me pongo de pie y le acaricio.


-¿Ya no eres tan fiero, eh?


Parpadeo y aparece una niña con un vestido blanco en frente de mi.


-¡Perrito!-Grita la niña.


El perro se da la vuelta y empieza a gruñir. Mi primera intención es lanzarme sobre el perro, pero es mas rápido que yo, y corre hacia la niña.


-¡Para!-Le grito yo, pero sin resultado aparente.


Salgo corriendo tras el perro, y le tiro de la cola, distrayéndole. El se gira hacia mi y me vuelve a enseñar sus letales dientes. Sin pensármelo dos veces me lanzo sobre él antes de que pase lo contrario.

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2 comentarios:

  1. me ha encantado!!! jaja os ha quedado genial, espero el prximoo! :D

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  2. Muchas graciaas! Enseguida verás la trama de la historia ^-^ Queríamos darle intriga xD

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